domingo, 23 de marzo de 2014

Cartas a Chloe: 1ª Carta

De: Nelly
A: Chloe
Asunto: Se


Recuerdo aquel día, Chloe, como si fuese ayer. Tendríamos, tal vez, unos doce años. Yo llevaba el pelo siempre muy sucio y parecía que lo tenía casi negro, mi piel era oscura y los ojos los tenía castaños y brillantes como mi madre. Nosotras vivíamos en un pueblecito a las afueras de Buenos Aires, con tres de mis hermanitos y de mi padre ya hacía tiempo que no hablábamos, ni con la familia.

Me levanté una mañana de la cama (que era en realidad una manta bien sucia) y fui a por agua al pantano, para poder lavar a mis hermanos. Cogí varias garrafas de plástico vacías y me dirigí hacia allí.

Para llegar al pantano tenía que recorrer cada mañana unos dos kilómetros y después regresar a nuestra casa subiendo la empinada y extensa colina. Pero esa mañana mientras bebía, tras haber llenado las garrafas de agua, caí en la cuenta de que había algo extraño reflejado en el agua. Volví a mirar fijamente la superficie del agua y fue entonces cuando la vi. Había una niña, que aparentaba mi edad, subida a la rama más alta de un árbol. Fue entonces cuando me giré y le pregunté qué hacía allí arriba. Volví a preguntarle pero no me contestó. Me miraba con la misma cara de desesperación que mi hermano cuando yo traía un trozo de pan a casa.

Entonces bajó del árbol y señaló con el dedo algo brillante en el fondo del pantano. Al principio no sabía qué señalaba exactamente, hasta que me di cuenta que había encontrado algo muy valioso. Nos metimos rápidamente en el agua y sin remover demasiado la tierra del fondo, la niña extrajo un diamante en bruto. Era una roca no muy grande pero sabíamos lo valiosa que era. En ese momento recuerdo que ambas empezamos a mirarnos con desprecio. Yo necesitaba esa roca para poder sacar de la pobreza a mi familia y ella a la suya, lo intuía por la ropa que llevaba. Todo su vestido estaba cubierto de barro y no llevaba zapatos al igual que yo. Tenía el pelo rubio enmarañado y sus ojos eran intensamente oscuros.

Tras quedar embobada mirando esos ojos, descubrí que no hablaba mi idioma pues no paraba de hablar de una forma extraña que no entendía. Así que opté por explicarle qué podíamos hacer con la roca mediante dibujos y muchas flechas. Al final decidimos esconderla en un agujero entre las raíces del grandioso árbol del pantano y prometimos que jamás ninguna lo desenterraría sin el consentimiento de la otra.

Fue entonces cuando me dijo que se llamaba Chloe.

Cartas a Chloe: 2ª Carta

De: Nelly
A: Chloe
Asunto: Encuentra


Recuerdo, Chloe, el día en que volví a mi casa y estaba vacía. Mi madre había ido a atender a la abuela de Tomás que había contraído un virus bastante peligroso en las vías respiratorias. Mientras tanto, yo me había quedado al mando de la casa y de mis hermanitos.

Era ya por la tarde cuando llamó a la puerta un hombre bastante grande y con cara de pocos amigos, pues tenía una cicatriz que le recorría la cara de lado a lado. Yo lo conocía de haberlo visto varias veces en mi barrio y creo que conocía bien a la señora Clarisa, la propietaria del único club de alterne de mi ciudad.

El hombre se acercó lentamente hacia mí y me explicó que debía ir a ayudar a mi madre, pues la abuela de Tomás había empeorado de repente. La anciana necesitaba que fuera a la farmacia a por algunas vendas y al pantano a por agua. Yo como ingenua y tonta que era en ese momento, no hice más que creerme lo que el hombre me decía, por lo que levanté a mis hermanos y los llevé conmigo a la farmacia y a coger el agua para la anciana.

Después de un largo paseo subiendo las colinas con mis hermanitos, llamamos a la puerta de la casa de Tomás. Esperamos a que se abriese la puerta y cuando se abrió, no creerías Chloe quién era. Nos abrió la abuelita de Tomás.

Al verla me sorprendí tanto que pensé que estaba delirando, pero era ella en realidad. Le pregunté si había mejorado su salud de repente, pero negó con la cabeza. Entonces le pregunté dónde se encontraba mi madre. La anciana me contó que tras sanarla gracias a unas hierbas (que más tarde descubrí que eran drogas), mi madre había vuelto a casa.

Mis hermanos y yo volvimos a casa con el agua y las vendas, pero al llegar a la puerta descubrimos que había sido forzada. Dejé que mis hermanos se quedaran afuera por lo que pudiera ocurrir después. Al entrar en la habitación descubrí a una mujer sentada sobre sus tobillos, dejando caer su cabeza entre sus manos. La mujer en mitad de la habitación era mi madre y fue en ese justo instante cuando entendí que si antes éramos pobres y necesitábamos ayuda para comer y subsistir, ahora habíamos perdido absolutamente todo lo que teníamos por mi culpa.

Cartas a Chloe: 3ª Carta

De: Nelly
A: Chloe
Asunto: Bajo


Recuerdo, Chloe, cómo llegó ese día mi madre llorando desconsoladamente a tu casa. Tú estabas sentada en el suelo jugando con tu hermana a las canicas, cuando entramos toda mi familia en el salón. Tu madre os mandó a ti y a tu hermana fuera de casa a jugar, junto con mis hermanos, sin embargo yo me quedé atrás para averiguar por qué estaba mi madre tan absolutamente destrozada.

No era la primera vez que faltaba algo en casa, pero nunca había ocurrido de esta forma. Así que me senté detrás de una cortina para ocultarme y poder escuchar la conversación.

Tu madre preparó unas tilas mezcladas con diferentes hierbas y le preguntó a mi madre qué había ocurrido y por qué estaba tan angustiada.

Para empezar, mi madre le contó que nos habían robado todas las cosas que habíamos guardado desde que mi padre murió. Mi padre era español, al igual que mi madre, y ambos comenzaron un negocio que comenzó a prosperar y a dar grandes sumas de dinero a mi familia, años antes de que yo naciera. Mis padres decidieron entonces mudarse a otro país para poder hacer de su empresa una gran multinacional, pero por una serie de factores que mi madre no me quiso contar jamás, la empresa se fue a pique. Mis padres se vieron abrumados de facturas e hipotecas de casas y locales en diferentes países, por lo que la empresa se declaró en bancarrota. Al final mi padre vio el suicidio como solución para salir de tal aprieto. Dos meses después de su muerte nací yo y te soy totalmente sincera al decirte que no llegué a conocer a mi padre pero tampoco conocí al de mis hermanitos.

Tras la gran declaración, también descubrí que mi madre le debía dinero a Clarisa, la dueña del club de alterne tan famoso. Yo ya sabía que mi madre no ganaba demasiado dinero como sanadora pero no creía que pidiera préstamos para poder darnos de comer. Así que según lo que entendí, la señora Clarisa contrató al hombre de la cicatriz y a otros hombres para que asaltaran mi casa y robaran cualquier cosa con valor que tuviéramos, y todo ello serviría como pago del préstamo. Claro que todas sabíamos que aquello no era para nada un trato justo, y mi madre sabía que esto no quedaría así.

Pero eso no fue todo lo que descubrí aquel día, Chloe, ¿recuerdas que nuestras últimas hermanitas, Hazel y Sophie, nacieron el mismo mes, con una semana de diferencia, tienen el pelo muy rizado, la piel más oscura y los ojos de un color castaño?. Tampoco fue casualidad.

Cartas a Chloe: 4ª Carta

De: Nelly
A: Chloe
Asunto: el

Recuerdo, Chloe, el día en que la Señora Clarisa tuvo un terrible accidente. Todo empezó tras enterarme en tu casa que había sido ella quien contrató a aquellos hombres para robar en mi casa. Desde aquel día, comencé a planear mi venganza.

Para llevar a cabo mi plan necesitaba la  ayuda de Tomás y la tuya  (inconscientemente). Lo primero que hice fue planear con Tom cómo podíamos tomar prestados unos mapas antiguos de las minas de diamantes, para tomarlos como referencia para falsificar los nuestros. Así pues, una tarde llamamos a la puerta de un antiguo profesor de geografía de nuestro pueblo para pedirle unos cuantos mapas de minas en Sudamérica. El hombre muy amablemente nos los dejó pero nos dijo que debíamos devolvérselos en perfecto estado.

Ya tenía los mapas. Calqué uno de ellos y lo falsifiqué para que la supuesta mina con diamantes se encontrara en el mismo lugar en el que se encontraba la casa de Clarisa.

Al día siguiente, al pasar por un vertedero, cogí una lata oxidada que me serviría para mis planes. Además estuve comentando por el mercado que un señor mayor con gafas y con pinta de aventurero, estaba haciendo preguntas sobre si conocíamos una leyenda del tiempo de los conquistadores sobre una mina. Por supuesto todo esto era de mi invención, pero alguien dijo haberlo visto también. De este modo el rumor fue creciendo y pronto todo el mundo comentó que si esto, que si aquello sobre la mina olvidada en nuestro barrio.

El plan comenzaba a funcionar, así que  mojé el mapa y lo metí dentro de la lata oxidada y por la noche hice un pequeño agujero en el descampado cerca de la casa de la señora Clarisa. Cubrí el agujero con algunos cartones y los dejé 'reposar'.

A la mañana siguiente les dije a unos niños que una pelota se me había perdido en ese descampado, de modo que los niños se pusieron a rebuscar y al cabo de un rato, volvieron con la lata y el mapa. Entre gritos de alegría y alboroto, me retiré discretamente al tiempo que la señora Clarisa volvía de realizar sus compras diarias, y  pude ver como se acercaba a los niños, cuchicheaba algo y los niños se alejaban muy contentos.

Durante los días siguientes nadie vio a Clarisa salir de casa, pero desde la calle se escuchaban golpes y arrastrar  objetos en su casa, hasta por la noche se veía la luz encendida y los ruidos apenas cesaban. Todo el murmullo terminó cuando el techo de la casa de Clarisa se desprendió sobre ella.
Encontraron su cuerpo inerte horas más tarde del derrumbamiento.


Cartas a Chloe: 5ª Carta

De: Nelly
 A: Chloe
 Asunto: Árbol

 Querida Chloe, esta vez sólo quiero que sepas que he hecho todo lo posible por devolver lo que te quité hace tantos años. 

 Al morir la señora Clarisa, la policía acusó a mi madre de su muerte tras encontrar el mapa falsificado y descubrir que ella le debía grandes sumas de dinero. Mi madre no pudo pagar a un abogado decente y al final acabó en prisión. A mis hermanitos y a mí nos llevaron a un orfanato pues éramos todos menores de edad, y fue por eso por lo que “desaparecimos” hace varios años del pueblo. 

Estando en el orfanato pensaba en cómo había cambiado mi vida tan de repente y recordé algo. Recordé aquel día en que nos conocimos. Aquel pantano. Aquellas mismas risas al encontrar algo bajo agua. Recordé ese algo. Recordé el diamante.

 Pasaron los años y cumplí la mayoría de edad, así que volví con mis hermanos a Buenos Aires y alquilé un piso dónde vivimos todos juntos durante varios meses. Y un día volví al pueblo, al pantano, exactamente al mismo lugar en el que se encontraba el árbol más alto. Bajo él excavé para sacar el diamante que habíamos ocultado durante tantos años.

 No pienses Chloe, que malgasté el dinero que obtuve al vender el diamante. Con ese dinero conseguí sacar a mi madre de la cárcel al pagar la fianza y pude comenzar una nueva vida en España con mis hermanos, mi pequeña hermanita Sophie y mi madre. Años más tarde conocí a un gran hombre de negocios que se llamaba Julián y con él fue con quién me casé y me mudé a vivir a Sevilla. 

Todo me empezó a ir bien en la vida e incluso pude comprar otro diamante para devolvértelo, pues sabía que en realidad era tuyo. Tú lo encontraste realmente. Pero me temo que esta será la última vez que sepas algo de mí. Quiero que sepas Chloe, que siempre serás mi mejor amiga y que todas estas cartas son unos pequeños recuerdos que te servirán de memoria cuando yo no esté, pues este avión que nos iba a reunir y en el que me encuentro, no llegará jamás a tierra.

sábado, 8 de febrero de 2014

El amanecer

Nos levantamos antes de lo previsto para poder ver las primeras luces de la mañana. Cogimos nuestras bicicletas y nos pusimos en marcha hacia la playa. 
Poco a poco iban apareciendo a mi izquierda las anaranjadas luces del sol y mi hermano preguntaba por qué estábamos allí. Cuando estuvimos cerca de la playa nos bajamos de nuestras bicicletas y las dejamos apoyadas en el tronco de un árbol. Después mi padre cogió a mi hermano en brazos y yo me agarré a la mano de mi madre.

 Hacía un día genial pero aún hacía un poco de frío. Nos acercamos lentamente a la orilla y al llegar al agua sentí como todo mi cuerpo se helaba rápidamente. Pero no conseguí moverme. Era una sensación tan agradable el poder sentir el agua en mis pies, pasando una y otra vez sobre ellos, que cerré los ojos por un momento para poder sentir lo que era el mar en realidad. 

 Mis pensamientos contrastaban drásticamente con la visión de mi hermano. Él quería salir corriendo de aĺlí, no soportaba la brisa marina, su olor, las olas, las gaviotas volando sobre nuestras cabezas y surcando el mar lentamente... Él no comprendía lo maraviloso que era el lugar en el que nos encontrábamos.

Entonces escuché a mi padre que decía: 
-Hoy estamos aquí, porque acabamos de ver el comienzo del día más largo del año. 











                                                                     Imagen de el Buho, en flickr.com

jueves, 6 de febrero de 2014

La oración


Make your own mind maps with Mindomo.

sábado, 1 de febrero de 2014

Oraciones impersonales

A la mañana siguiente llovía. Al otro lado de la ventana, se podían ver grandes puntos de colores: unos a rayas negras y azules, otros con flores rosas sobre un fondo blanco y algunos, aparentemente, sin ningún tipo de estampado. Lo único que tenían en común todos aquellos puntos era la perfecta y acompasada forma en la que se dirigían rápidamente hacia la avenida principal. 
¿Qué pasó?¿Por qué no se escuchaba el alboroto de la gente?.
 Algo terrible estaba a punto de suceder... 
Cuando me dí cuenta de lo extraño que empezaba a ser todo, yo también bajé a la calle. Seguí a la multitud hacia la avenida e intenté alejarme para ver lo que ocurría en el centro de la calle. Empecé a sentir mucho frío. Cada vez llovía más fuerte, así que me refugié bajo el balcón de una vecina y entonces, escuché el estridente grito de un niño.



 Imagen de Luigino Bracci en flickr.com

domingo, 19 de enero de 2014

Conde Arnaldos

http://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/b/b5/Midnight_sun.jpgRomance del Conde Arnaldos

 Quién hubiera tal ventura
sobre las aguas del mar,
como hubo el conde Arnaldos
la mañana de san Juan
yendo a buscar la caza
para su falcón cebar,
vio venir una galera
que a tierra quiere llegar
las velas trae de seda
jarcias de oro torzal
áncoras tiene de plata
tablas de fino coral
marinero que la guía
diciendo viene un cantar                         

que la mar ponía en calma
los vientos hace amainar
las aves que van volando
al mástil vienen posar
los peces que andan al fondo
arriba los hace andar.
Allí habló el infante Arnaldos
bien oiréis lo que dirá
"Por tu vida el marinero
dígasme ahora ese cantar"
-”Mi serenata, con gusto
a tu oído llegará,
pero antes y sin errores
mi nombre has de adivinar”.
-”Por favor, buen marinero
de mí tenga usted piedad,
al menos, tres ocasiones
consiéntame vos probar,
o al menos, deme una seña
para su origen hallar”.
-”Escúcheme atentamente
lo diré una vez, no más
el solsticio de verano
mi nombre viene a alumbrar”.
-”Entonces, amigo mío
tu nombre, sin duda es Juan,
tras escuchar tu balada
lo iremos a celebrar”.
El marinero suspira
y el viento vuelve a soplar.
Su melodía se eleva,
acompasándose al mar.


Imagen de Yan Zhang,en Wikimedia Commons.