domingo, 23 de marzo de 2014

Cartas a Chloe: 2ª Carta

De: Nelly
A: Chloe
Asunto: Encuentra


Recuerdo, Chloe, el día en que volví a mi casa y estaba vacía. Mi madre había ido a atender a la abuela de Tomás que había contraído un virus bastante peligroso en las vías respiratorias. Mientras tanto, yo me había quedado al mando de la casa y de mis hermanitos.

Era ya por la tarde cuando llamó a la puerta un hombre bastante grande y con cara de pocos amigos, pues tenía una cicatriz que le recorría la cara de lado a lado. Yo lo conocía de haberlo visto varias veces en mi barrio y creo que conocía bien a la señora Clarisa, la propietaria del único club de alterne de mi ciudad.

El hombre se acercó lentamente hacia mí y me explicó que debía ir a ayudar a mi madre, pues la abuela de Tomás había empeorado de repente. La anciana necesitaba que fuera a la farmacia a por algunas vendas y al pantano a por agua. Yo como ingenua y tonta que era en ese momento, no hice más que creerme lo que el hombre me decía, por lo que levanté a mis hermanos y los llevé conmigo a la farmacia y a coger el agua para la anciana.

Después de un largo paseo subiendo las colinas con mis hermanitos, llamamos a la puerta de la casa de Tomás. Esperamos a que se abriese la puerta y cuando se abrió, no creerías Chloe quién era. Nos abrió la abuelita de Tomás.

Al verla me sorprendí tanto que pensé que estaba delirando, pero era ella en realidad. Le pregunté si había mejorado su salud de repente, pero negó con la cabeza. Entonces le pregunté dónde se encontraba mi madre. La anciana me contó que tras sanarla gracias a unas hierbas (que más tarde descubrí que eran drogas), mi madre había vuelto a casa.

Mis hermanos y yo volvimos a casa con el agua y las vendas, pero al llegar a la puerta descubrimos que había sido forzada. Dejé que mis hermanos se quedaran afuera por lo que pudiera ocurrir después. Al entrar en la habitación descubrí a una mujer sentada sobre sus tobillos, dejando caer su cabeza entre sus manos. La mujer en mitad de la habitación era mi madre y fue en ese justo instante cuando entendí que si antes éramos pobres y necesitábamos ayuda para comer y subsistir, ahora habíamos perdido absolutamente todo lo que teníamos por mi culpa.

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