A la mañana siguiente llovía. Al otro lado de la ventana, se podían ver grandes puntos de colores: unos a rayas negras y azules, otros con flores rosas sobre un fondo blanco y algunos, aparentemente, sin ningún tipo de estampado. Lo único que tenían en común todos aquellos puntos era la perfecta y acompasada forma en la que se dirigían rápidamente hacia la avenida principal.
¿Qué pasó?¿Por qué no se escuchaba el alboroto de la gente?.
Algo terrible estaba a punto de suceder...
Cuando me dí cuenta de lo extraño que empezaba a ser todo, yo también bajé a la calle. Seguí a la multitud hacia la avenida e intenté alejarme para ver lo que ocurría en el centro de la calle. Empecé a sentir mucho frío. Cada vez llovía más fuerte, así que me refugié bajo el balcón de una vecina y entonces, escuché el estridente grito de un niño.
Imagen de Luigino Bracci en flickr.com
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