sábado, 1 de febrero de 2014

Oraciones impersonales

A la mañana siguiente llovía. Al otro lado de la ventana, se podían ver grandes puntos de colores: unos a rayas negras y azules, otros con flores rosas sobre un fondo blanco y algunos, aparentemente, sin ningún tipo de estampado. Lo único que tenían en común todos aquellos puntos era la perfecta y acompasada forma en la que se dirigían rápidamente hacia la avenida principal. 
¿Qué pasó?¿Por qué no se escuchaba el alboroto de la gente?.
 Algo terrible estaba a punto de suceder... 
Cuando me dí cuenta de lo extraño que empezaba a ser todo, yo también bajé a la calle. Seguí a la multitud hacia la avenida e intenté alejarme para ver lo que ocurría en el centro de la calle. Empecé a sentir mucho frío. Cada vez llovía más fuerte, así que me refugié bajo el balcón de una vecina y entonces, escuché el estridente grito de un niño.



 Imagen de Luigino Bracci en flickr.com

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