La noticia
Me costaba dar crédito a lo que leía.
Habían pasado treinta años ya desde
la última vez que la vi. Se llamaba Teresa Ámbar Gómez. Fue mi
compañera de mesa durante cuatro largos años de instituto. Ella era
una chica baja, muy guapa y dulce, honrada y bastante soñadora.
Solía hablar de que algún día se fijaría en ella aquel chico tan
“maravilloso”. Le pediría salir y más tarde pasaría toda su
vida junto a ella.
Pero cuando todo aquel sueño se convirtió en
realidad, su vida se volvió una pesadilla.
Entonces pude leer en el periódico:
Septuagésima víctima mortal de
violencia de género: Teresa Ámbar Gómez.
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